Por: Cirilo Aguilar Moreno
Alzaba los ojos al cielo buscando respuesta y no la encontraba
Bajaba los ojos al suelo y aún buscaba
Pero un gran día, sin alzar los ojos, sin bajarlos
Encontré al maestro del alma, al maestro de la vida
Y, rostro a rostro, dialogamos de las cosas del alma, de las cosas de la vida.
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Me reveló cómo leer en el gran libro de la naturaleza
Cómo entender y descifrar los misterios que celosamente guarda
A regocijarme con la poesía y los pequeños detalles, con el juego y la risa de los niños
A escuchar el canto de la aves y atesorar las enseñanzas de la vida.
Conversó de Neruda, Da Vinci, Gandhi, Confucio, Darwin, la madre teresa de Calcuta,
Facundo Cabral, Hitler, Stalin, Franco, Sócrates, Newton, etc.
De antiguas y nuevas civilizaciones.
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Me guío para disertar sobre ciencia, arte, poesía y filosofía
Corrigió mis errores con tacto, pero con firmeza
Me mostro la vía hacia la gramática y la semántica
Le diferencia entre la aptitud y la actitud
A cometer errores y aprender de ellos
A preocuparme menos y reír más.
A encontrar el camino al alma, el sendero a la vida
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Hoy, doy gracias por ese gran día
Sin alzar los ojos al cielo, sin bajarlos al suelo
Encontré al maestro del alma, al maestro de la vida.